Un segundo animal en casa
Cuando llega un nuevo perro, el objetivo será hacer que los animales convivan en las mejores condiciones posibles.
No olvide que el residente ya es dueño del lugar y debe ser tratado como tal. El recién llegado no debe perturbar sus hábitos sino integrarse en la familia lo más discretamente posible.
Es importante mantener el dominio del residente y, para ello, dedicarle la mayor parte de su atención: las primeras caricias, el primer cuenco serán para él... Por supuesto, una estrecha vigilancia evitará peleas inoportunas y agresivas. La actitud correcta es ayudar a los animales a conocerse y vivir juntos.
Este residente puede ser un perro: En este caso, la convivencia lleva poco tiempo y rápidamente se convertirán en compañeros de juegos.
Puede ser un gato: si uno de los dos es muy joven aún, habrá pocos problemas (o se llevan bien, o cada uno se queda en su rincón). De lo contrario, la expresión "llevarse como un perro y un gato" cobrará todo su sentido y, en este caso, es probable que la vida sea agitada. Mejor entonces separarse de uno de los dos. Este segundo caso, sin embargo, sigue siendo relativamente raro porque, en la mayoría de los casos, cada uno encuentra su territorio y evita el del otro.