Fue bajo el Segundo Imperio que aparecieron los primeros peluqueros, o más exactamente los primeros "esquiladores". La moda del Caniche en la burguesía de aquella época tuvo mucho que ver. Aquí es donde se encuentra la fecha de la esquila del "león", que aún hoy se conoce. Entonces, los esquiladores se instalaban en la calle sobre cajas de madera para realizar un más que superficial aseo que correspondía principalmente a un mantenimiento general del perro.

Ahora, el aseo lo realizan profesionales con equipo especializado. De hecho, este último ya no se considera un lujo, sino que se vuelve esencial para ciertas razas.

Lo primero que ves de un perro es su pelaje. La salud del animal se refleja en su pelaje. Por eso es importante cuidarlo. Sin embargo, no se debe confundir el aseo, perteneciente a la limpieza y por tanto proporcionada diariamente por el propietario, y el aseo que se refiere a la estética. Este último permite resaltar la morfología y el carácter de una raza, pero también borrar los defectos para dar una silueta perfecta. Para los profesionales, un buen aseo es un aseo que no se ve, que respeta al animal.

De hecho, los perros de compañía rara vez necesitan ser cepillados (aparte de algunas razas como los Caniches, por ejemplo) excepto por el placer personal del dueño. Por otro lado, es necesario para los perros de exposición, examinados por el ojo adiestrado y adiestrado de un profesional. En esta circunstancia, el animal representa a su raza y debe ser perfecto.

Obviamente, para ser aseado, el perro debe gozar de buena salud: sin enfermedades contagiosas, sin dermatosis y con las vacunas al día (especialmente la de la rabia, en caso de mordeduras).